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Formación

La situación generada por el COVID-19 es un excelente ejemplo para mostrar lo que se denomina -por sus siglas en inglés- contexto VUCA (Volátil, Incierto, Complejo y Ambiguo), concepto que por cierto he escuchado por primera vez del webinar de un amigo, Marcelo Muñoz de Chile y miembro de la organización internacional Met2/Het2. Tal vez, podríamos decir que estamos ante un VUCA exarcebado y potenciado, ya que la volatilidad, la incertidumbre, la complejidad y la ambigüedad han crecido extraordinariamente y la velocidad con la que la problemática se va desplegando es algo que hubiera sido imposible de imaginar. Qué tanto afectará a la educación en Guatemala aún es algo incierto no solo para Guatemala, también para muchos otros países de Latino América, en la mayoría de los casos quizá solo represente unas vacaciones anticipadas, eso si confinados en casa que es la principal recomendación y en muy pocos casos la incorporación abrupta de las TIC en las instituciones educativas para dar continuidad a los procesos de formación de los estudiantes en modalidad a distancia.

En esta dirección, si hace sólo tres meses hubiéramos consultado por las prioridades de los líderes en las organizaciones educativas, el tema coronavirus no estaba en su mente, el virus difícilmente hubiera sido mencionado, hoy no hay líder de cualquier segmento que no lo tenga como un tema de prioridad absoluta. Cambió la agenda, llegó sin pedir permiso y se instaló hasta nuevo aviso. El tema, por lo tanto, es ¿cómo deben reaccionar los líderes? ¿Cuál es la actitud más saludable?

Exceptuando a aquellos que se desempeñan en empresas que venden jabón o alcohol en gel y papel higiénico, consideremos que hay una doble preocupación que aqueja a la mayoría de los directivos: por un lado el problema económico global, su impacto en los mercados y las diferentes industrias -para el que numerosos especialistas están generando sus recomendaciones – y por el otro, cómo enfrentar dentro de sus propias empresas esta nueva experiencia. Veamos algunas líneas posibles para abordar el segundo escenario, el lado humano del COVID-19 en el mundo empresarial:

El primer análisis al respecto, lo he leído en una publicación que acaba de publicarse en MIT Sloan Management Review, donde los profesores Michael Hudecheck, Charlotta Sirén, Dietmar Grichnik y Joakim Wincent recolectaron las mejores prácticas de las empresas chinas e identificaron entre ellas:

  • El generar una infraestructura para el trabajo remoto.
  • Impulsar el trabajo a distancia.
  • Entrenar a los líderes para el manejo apropiado de la experiencia.
  • Definir los criterios para asegurarse quiénes son los talentos que sostendrán la continuidad de las operaciones.
  • Desarrollar un escenario de desastre que incorpore el trabajo a distancia.
  • Acciones de voluntariado y conexión con la comunidad.

Ahora bien, los docentes somos esos líderes de las empresas del sector educación, líderes en sus equipos (sus grupos de estudiantes, ahora convertidos en equipos virtuales de aprendizaje y colaboración como los creados en Microsoft Teams) y esta emergencia generada por el COVID-19 es una excelente oportunidad para que nosotros demostremos que poseemos las siguientes competencias:

Aprendizaje: es el momento ideal para aprender a aprender si no lo hemos desarrollado en su totalidad, es el tiempo de “aprender, desaprender y reaprender”, Alvin Toffler. En un momento en que la situación lo requiere, desarrollar nuestras competencias digitales docentes es apremiante, así como mejorar la forma en que nos comunicamos en que trabajamos colaborativamente, aprender rápidamente a desenvolvernos en una sociedad en aislamiento temporal pero unida por las TIC, aprender a avanzar valiéndonos de éstas.

Empatía: ponerse en el lugar de las personas, conectar desde las emociones, brindar contención, acompañar, escuchar, ofrecer espacios para el diálogo, atender a situaciones particulares, acercarse emocionalmente a cada uno de los integrantes del equipo (estudiantes a distancia). En momentos en los que la palabra “aislamiento” se instala, estar “al lado de cada uno” (virtualmente) contribuye a minimizar la sensación de soledad. Incluso, para aquellos que deben estar estos días en cuarentena, la tecnología nos brinda la posibilidad de estar muy cerca; una llamada de celular o una videoconferencia puede ser el puente para que todos estemos acompañados

Contención: distinguir miedo de pánico. Si interpretamos que una situación trae peligro, nuestra reacción será la del miedo. Ello nos pone en alerta y tomamos decisiones para evitar o minimizar el peligro; ello es humano y lógico que ocurra. Sin embargo, cuando esa reacción es exagerada, entramos en pánico y nos paralizamos. Y es precisamente éste uno de los aspectos que deben tomar en cuenta los líderes, los docentes. Tratar de transmitir serenidad, sin minimizar los riesgos pero dándole la dimensión que debe tener. Sin exagerar, sin menospreciar, desarrollando la confianza de cada uno de los integrantes y ser un modelo de confiabilidad.

Agilidad: los tiempos que estamos enfrentando requieren una capacidad de respuesta muy superior a la habitual. Quienes lideran tienen que aplicar la máxima velocidad posible para encontrar soluciones a problemas no planteados previamente y atender, más allá de las necesidades habituales de sus clases, las demandas nuevas y cambiantes de sus estudiantes. Deben demostrar la flexibilidad para ir adaptándose permanentemente a los requerimientos del equipo, aprendiendo nuevas habilidades y desaprendiendo otras. La velocidad debe distinguirse, más que nunca, del apresuramiento. Encontrar la aceleración ideal es un factor crítico de éxito en esta nueva forma de enseñanza-aprendizaje a través de plataformas en Internet.

Visión: podríamos considerar que será transitorio, pero no podemos estimar con precisión por cuánto tiempo será su duración. Es en estos momentos que sostener una perspectiva, conectar variables y considerar otros factores del mediano plazo nos ayudará a asumir un mejor rol de nuestra labor y así de una manera diferente quitar el foco exclusivamente de lo inmediato. Ver de manera holística el tema y considerar las demás piezas que intervienen es fundamental para no quedarse enfrascado en el cortísimo plazo. Es ahora que ser un mentor de formación virtual es muy valioso.

Claridad: en un mundo globalizado, hiper-conectado y sobre informado, es importante poder focalizarse en aquellos aspectos que realmente nos interesan, brindando claridad y simplicidad ante tanta complejidad, caos y confusión. Se espera de nosotros que tenemos responsabilidades de conducción mantener mayor acceso a información y del mismo modo poder segmentar aquello que es realmente importante y comunicarlo apropiadamente. Simplificar lo complejo y hablar con transparencia, precisión, aplomo y moderación para calmar la ansiedad y angustia, impulsando la auténtica colaboración –sea presencial o virtual-.

Sintetizando, en situaciones como la que estamos transitando, todos podemos aprender y demostrar que es el momento para liberar nuestro potencial y actuar con el compromiso y las competencias que los acontecimientos demandan: aprendizaje, empatía, contención, agilidad, visión y claridad. Sin lugar a dudas, es una excelente oportunidad para aprovechar y sacar lo mejor de cada uno, siendo auténticos ejemplos de aquello que predicamos durante tanto tiempo. Si así lo hacemos, todos saldremos favorecidos, definitivamente.

Y ojalá la ciencia nos ayude a encontrar las soluciones que tanto esperamos y que poder, muy prontamente, hablar del coronavirus COVID-19 como algo del pasado.

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